Roberto Ortuño.- Los enfoques abordados han versado de diferentes problemáticas como la gestión de crisis y el valor de la confianza; las necesidades de armonización normativa en un mercado global y, de forma muy destacada, el papel de la tecnología en el panorama de la seguridad alimentaria.
En el GFSC2016 se han destacado tres tecnologías que marcarán el futuro de la seguridad alimentaria en los próximos años:
La genómica y metagenómica aplicadas al control microbiológico, a la diagnosis de la contaminación microbiológica e incluso a la trazabilidad.
La huella espectrométrica como técnica utilizada para garantizar la autenticidad de los productos y prevenir el fraude.
El Big Data, el manejo, la gestión y análisis masivo de información para dar soporte a tecnologías como las dos precedentes o manejar información proveniente de todos los elementos de la cadena alimentaria.
En lo referente a la genómica, se espera que en los próximos años la secuenciación masiva se convierta en una técnica asequible para un gran número de laboratorios. En la actualidad, se trata de técnicas que se aplican principalmente en el ámbito de la salud, todavía demasiado caras para ser aplicadas de forma general al ámbito del control rutinario en microbiología alimentaria y sólo en casos muy específicos se utiliza en la investigación de las causas de la aparición de una contaminación microbiana en alimentos.
La extensión y el abaratamiento del uso de estas tecnologías permitirá su aplicación en el control rutinario de microorganismos, constituyendo técnicas rápidas de alta fiabilidad, así como de forma sistemática en la investigación de incidentes alimentarios.
La autenticidad se ha convertido en un reto para las autoridades y las empresas alimentarias, debido a incidentes como el de la aparición de carne de caballo en productos en los que no se declaraba, e incluso a la constatación de la existencia de mafias organizadas dedicadas entre otros delitos a la fabricación, distribución y venta de alimentos falsificados.
Ante estos hechos, las tecnologías que permiten identificar inequívocamente un alimento cobran especial valor. En este sentido, a los métodos analíticos más conocidos se suman nuevas técnicas de espectroscopía que permiten obtener de forma rápida una "huella digital" del alimento. Estas técnicas se encuentran todavía con el obstáculo de la ingente cantidad de datos que requieren gestionar para comparar con la información patrón, pero el desarrollo del Big Data abrirá nuevas posibilidades para su utilización.
La gestión de grandes volúmenes de información es necesaria para extender las aplicaciones de la genómica, la metagenómica y la huella espectrométrica. Además, la interconexión de los sistemas de trazabilidad de los diferentes operadores, así como la incorporación de información de todo tipo (procesos, magnitudes físicas, características, ubicaciones...) harán que con el alimento "viaje" una cantidad ingente de información que necesitará de grandes capacidades de almacenamiento y procesamiento, a fin de poder utilizar la "masa de datos" para mejorar la seguridad alimentaria de nuestros productos.
Sin duda, estamos ante una nueva revolución tecnológica en materia de seguridad alimentaria en la que los nuevos métodos de diagnóstico y control, así como el manejo eficiente de grandes cantidades de información, abrirán nuevas vías para mantener altos estándares de seguridad alimentaria en un mercado cada vez más global y complejo.
Si está interesado en conocer más sobre estas tecnologías o necesita apoyo en cualquier ámbito de la seguridad alimentaria, cuente con AINIA, podemos ayudarle.
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