Sergio Albarracín Iranzo / 25 Enero 2011

Conocimiento explícito vs. conocimiento tácito

Conocimiento explícito y conocimiento tácito. Si tuviera que elegir un libro de entre todos los que han pasado por mis manos no tardaría mucho en tomar la decisión, “The Knowledge creating company”, escrito en 1995 por Nonaka y Takeuchi. Se trata de un texto que explica de forma suficientemente precisa cómo las organizaciones empresariales japonesas crean su propia dinámica de la innovación, justificando sus buenos resultados con principios y postulados en materia de Gestión del Conocimiento que incluso hoy en día resultan reveladores.

Uno de ellos nos habla de las diferentes tipologías de conocimiento, distinguiendo dos grandes ámbitos, conocimiento explícito y conocimiento tácito. Entender la existencia de estos dos tipos de conocimiento resulta esencial para asimilar correctamente los principios básicos del Knowledge Management, por lo que hemos querido dedicarles este post.

Conocimiento explícito

Incluimos dentro de esta tipología todo conocimiento que puede ser estructurado, almacenado y distribuido. Hablamos por tanto de expresiones gramaticales, matemáticas, especificaciones,  tutoriales, procedimientos, manuales, información almacenada en bbdd, etc… Dicho conocimiento puede ser transmitido fácilmente de un individuo a otro y domina en la tradición filosófica occidental.

Conocimiento tácito

En este caso hacemos referencia a aquellos conocimientos que forman parte de nuestro modelo mental, fruto de nuestra experiencia personal e involucra factores intangibles como las creencias, valores, puntos de vista, intuición, etc…, y que por tanto no podemos estructurar, almacenar ni distribuir.
El conocimiento tácito es el más difícil de gestionar (en muchas ocasiones ni siquiera su propietario sabe que lo posee) y al mismo tiempo el que más posibilidades tiene de generar ventaja competitiva SOSTENIBLE, ya que es prácticamente imposible de imitar por nuestros competidores. Este tipo de conocimiento ha sido y es altamente valorado en la tradición filosófica oriental.

Así pues, el conocimiento explícito puede ser fácilmente procesado por un equipo informático, distribuido electrónicamente (por ejemplo a través de correo electrónico) o almacenado en una base de datos, sin embargo, la naturaleza del conocimiento tácito dificulta enormemente su procesamiento y distribución. Para ello es necesario transformarlo en conceptos que todos podamos entender, es decir, es necesario convertirlo en conocimiento explícito.

Transformación del conocimiento explícito

Pero, ¿es esto posible?, ¿podemos transformar el conocimiento tácito de un individuo en explícito?

Efectivamente, y es precisamente esta transformación (de tácito a explícito y viceversa) la que permite que se cree conocimiento organizacional. El siguiente esquema (Nonaka y Takeuchi) representa dicha conversión:

Espiral de creación de conocimientos

Partimos del conocimiento tácito de un individuo particular.

Socialización

Primero la socialización (de tácito a tácito) se inicia generalmente con la creación de un campo de interacción. Este campo permite que los miembros del equipo compartan sus experiencias y modelos mentales, transfiriendo de este modo el conocimiento tácito de una persona a otra.

Exteriorización

En segundo lugar, la exteriorización (de tácito a explícito) empieza a partir de un diálogo o reflexión colectiva que apoyada en una metáfora o analogía apropiada permita a los miembros enunciar el conocimiento tácito oculto, difícil de comunicar de otro modo.

Combinación

En tercer lugar, la combinación/asociación (de explícito a explícito) comienza con la distribución por redes del conocimiento recién creado y el conocimiento existente de otras secciones de la organización, enriqueciéndose y cristalizándose así en un nuevo conocimiento, producto o servicio.

Interiorización

Y por último, la interiorización (de explícito a tácito) que retroalimenta de nuevo el proceso y que se origina al aprender haciendo.

Con todo ello, cada vez que damos una vuelta a este ciclo creamos nuevo conocimiento, incrementando de este modo el conocimiento organizacional.

El resultado, una espiral que va extendiéndose sistemáticamente conforme participan más y más individuos, y que constituye la pieza clave en el modelo de aprendizaje en las organizaciones.

Gestión de conocimiento explícito

Resulta obvio que en lo referente a la gestión de conocimiento explícito, las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones nos facilitan enormemente el trabajo. La simple existencia de bases de datos relacionales, correo electrónico, manuales digitalizados, internet, etc… nos facilita las cosas a la hora de almacenar, estructurar y distribuir conocimiento, sin embargo, muchas personas podrían pensar que en lo relativo al conocimiento tácito no existen sistemas informáticos que respalden los procesos de gestión, por otro lado críticos para la organización.

Nada más alejado de la realidad. La gestión del conocimiento tácito tambien puede y debe ser respaldada por herramientas TIC, sólo que en este caso presentan una naturaleza completamente distinta. Solemos denominarlas, software para la colaboración, software social o herramientas colaborativas.

Dentro de este tipo de sistemas encontramos los espacios de colaboración Workplace (por ejemplo IBM Lotus Quickr), software social (por ejemplo, IBM Lotus Connections), sistemas de mensajería instantánea (por ejemplo, IBM Lotus Sametime), reuniones virtuales, blogs, etc…

Como podemos observar, estamos ante entornos IT que ponen el foco en las relaciones entre individuos y en la mejora de los procesos de comunicación interna, dos aspectos clave en la gestión del conocimiento tácito.

El siguiente esquema, extraído de www.co-society.com sin llegar a ser exhaustivo, representa bastante bien la diferencia entre las herramientas TIC aplicadas a la gestión del conocimiento explícito y tácito.

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Sergio Albarracín Iranzo
Jefe de Sistemas de Información y Gestión Conocimiento

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