Estamos en verano, el organismo pierde más agua y sal de lo habitual. A pesar de esto y de lo que muchas personas creen, los expertos inciden en que no es necesario aumentar la ingesta de sal, ya que esta pérdida no es tan acusada como para tomar raciones extra. De hecho, un alto consumo es perjudicial para la salud, pudiendo provocar un aumento considerable en la tensión arterial. ¿Qué podemos hacer para controlar la ingesta de sodio? 5 consejos prácticos.
La OMS aconseja que la ingesta máxima de sal diaria sea de 5 gramos y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) planteó ya en 2008 desarrollar un plan de reducción del consumo de sal entre la población. En España, el Ministerio de Sanidad y Política Social presentó en su día un plan de acción (2010-2014) para disminuir el contenido en sal en alimentos cotidianos con alto contenido en sodio, tales como los embutidos, pan y panes especiales, quesos o platos preparados. El objetivo principal del Ministerio es reducir de 9.8 a 5 gramos la media de sal consumida por cada español. Por ello, Sanidad ha solicitado a la industria alimentaria que reduzca el contenido de sal en determinados productos que según la AESAN representan más del 59% del total de sal consumida por los españoles. Y por nuestra parte, ¿qué podemos hacer como consumidores para ayudar a controlar la ingesta?
1. Muchos alimentos ya contienen una cantidad determinada de sal, ¡no le añadas más!
Efectivamente, hay que tener en cuenta que muchos de los alimentos que normalmente consumimos ya disponen de una cantidad considerable en sal. Concretamente, es uno de los ingredientes más utilizados después del azúcar en la elaboración de productos alimenticios: cereales, salsa, verduras procesadas, platos preparados, aperitivos salados, productos de panadería, cárnicos, o lácteos como el queso.
2. Puedes elegir alimentos “bajos en sodio” o “sin sal”
Debido a que gran parte de la sal consumida procede de los alimentos elaborados, la reducción de la ingesta de sal se puede lograr mediante el consumo de alimentos con menor contenido en sodio, sobre todo en el caso de que haya riesgo de padecer tensión arterial. Por esta razón, cada vez más empresas se interesan por reducir el contenido de sal de sus productos. En la gráfica, observamos una tendencia al alza en el número de nuevos productos lanzados al mercado con el reclamo “bajo en sodio” desde enero de 2009 hasta diciembre de 2011 con un claro repunte en el año 2010, según la base de datos GNP Mintel.
3. Acostumbrando al paladar…a comidas “mas sosas”
La industria alimentaria está haciendo un esfuerzo por eliminar o reducir la sal, a pesar de que no es sencillo porque muchas veces puede comprometer el resultado del producto final, afectando las propiedades sensoriales responsables de la aceptación del producto por parte del consumidor. Y es que el paladar se va acostumbrando a un grado de salinidad que con el tiempo y con voluntad podemos ir corrigiendo. Un ejemplo del esfuerzo que está haciendo la industria alimentaria para lograr este fin ha sido en la reducción en más de un 20% del contenido en sal en el pan que se consume en España. Dicha reducción se logró paulatinamente durante cinco años sin que esta afectara a las características organolépticas del alimento.
4. Alternativas a la sal
En casa podemos utilizar sustitutos como el limón,- fuente de vitamina C-, el vinagre, las especias aromáticas que supone un amplio abanico de opciones –orégano, albahaca, perejil, laurel, pimienta, ajo, cebollín, azafrán, romero o salvia- . A la hora de hacer la compra, podemos observar cómo en algunos casos se ha reemplazado el uso de la sal por sustitutos con propiedades similares, como por ejemplo cloruro sódico, lactato potásico, potenciadores del sabor (como el extracto de levadura) que permite reducir la sal entre un 40 y un 60% sin comprometer la autenticidad del sabor o la estructura organoléptica, así como también bien utilizando otras alternativas más novedosas como es la utilización de algas marinas.
5. Cambiar de hábitos: Beber más agua y cocinar diferente
Beber más de dos litros diarios de agua facilita la eliminación de la sal por el organismo. Así también podemos elegir cocinar algunos alimentos con otro tipo de cocción que respete más el sabor del alimento y nos ayude a no necesitar aderezarlo, como es el caso de la cocina al vapor, en jugo, al papillote…aunque si lo que queremos es reducir el consumo de sal, la técnica del hervido es la más adecuada porque gran parte de los nutrientes incluido el sodio pasa al agua de ebullición.
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Fuente Foto Flickr: por Puntiyo
