¿Es posible la producción de hidrógeno de forma sostenible?, ¿pueden convertirse los desechos de la industria alimentaria (procesado de vegetales, restos de la elaboración de pan, galletas, pastas y/o subproductos generados en las industrias cárnicas o las que procesan productos pesqueros) en bio-hidrógeno, ¿con los desechos de una industria agroalimentaria es posible obtener a la vez biogás y bio-hidrógeno? Podéis encontrar las respuestas a éstas preguntas en el artículo.
En ainia se está trabajando en el desarrollo de un nuevo proceso sostenible para obtener bio-hidrógeno y biogás en una misma instalación agroindustrial. Se trata de un nuevo proceso fermentativo anaerobio en doble etapa a partir de residuos orgánicos agroalimentarios. Hablamos de la digestión anaerobia en dos fases microbiológicas, en comparación con la convencional, porque supone una mayor eficiencia en términos de rendimiento energético por unidad de volumen, lo que redunda en un mejor aprovechamiento de la inversión realizada en la planta.
El proceso de fermentación oscura es una variante de la digestión anaerobia convencional, que es la que se usa para la obtención de biogás. Por sus características, se podría aplicar sobre una gran variedad de residuos orgánicos agroalimentarios mediante sistemas fácilmente manejables a nivel agroindustrial.
La ventaja es que la tecnología necesaria para aplicar este proceso está disponible a escala industrial, puesto que sería la que ya se está aplicando para la digestión anaerobia convencional pero con algunas modificaciones. La única dificultad estaría principalmente en el ajuste de las condiciones de operación.
El hidrógeno es el combustible del futuro, de entre todos, es el más limpio ya que no genera emisiones contaminantes de CO2; el resultado de la combustión es simplemente agua. Ofrece una importante cantidad de energía y es utilizable tanto en sistemas de combustión habituales como en los nuevos sistemas conversión energética.
Sin embargo las fuentes de hidrógeno convencionales son limitadas y se basan en procesos químicos de transformación de recursos fósiles, como el reformado de gas natural, la hidrólisis o gasificación del carbón lo que supone, además del consumo de recursos perecederos, altos niveles de emisiones de CO2.
Apoyado por el IMPIVA y los fondos FEDER, el proyecto, que lleva por nombre Diana se plantea separar la digestión anaerobia en dos fases: la hidrólisis o fermentación oscura, donde se genera hidrógeno, y la metanogénesis donde se genera metano. Estas dos fases se acoplan en serie de forma que a partir de unos mismos residuos y en una misma instalación es posible generar bio-hidrogeno y biogás de forma totalmente sostenible, viable y con menor coste.
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