El número de nuevos productos lanzados bajo el reclamo en referencia a la huella de carbono a nivel mundial, se ha casi cuadriplicado en los últimos 2 años; en 2009 fueron un total de 27 productos lanzados al mercado bajo dicho reclamo, incrementándose a un total de 94 productos en el 2011, Según la base de datos MINTEL. Pero, ¿qué pasa en el sector de la alimentación?
¿Existe una ecoetiqueta de información acerca de la Huella de Carbono en el sector alimentario? Alfredo Rodrigo, técnico del Departamento de Medio Ambiente de ainia centro tecnológico explica que a diferencia de otros productos existentes en el mercado, -como es el caso de los electrodomésticos-, no existe una normativa europea que regule el ecoetiquetado de los productos alimenticios”. “Sin embargo, -continúa- la Mesa Redonda Europea sobre el Consumo y Producción Sostenible de Alimentos (European Food SCP Roundtable), en la que participa la Comisión Europea y representantes de la cadena de producción de alimentos está trabajando para definir qué indicadores ambientales se deben utilizar (como la huella de carbono) y cuáles deben ser las metodologías de cálculo correspondientes para que la información ambiental voluntaria que llegue a los consumidores sea lo suficientemente amplia en contenidos, fiable, coherente, comprensible y no engañosa”. (Ver más : http://www.food-scp.eu/)
En este sentido, la Comisión Europea parece estar decidida a impulsar su utilización, por lo que se prevé pueda convertirse en un requisito indispensable en el futuro.
En el sector de la alimentación
Actualmente se está incorporando en las etiquetas de los productos como un factor discriminatorio a la hora de elegir entre diferentes tipos de productos y marcas y, no sólo eso, sino que para muchas empresas de alimentación es una exigencia por parte del cliente, como el caso de algunas empresas británicas de distribución que lo exigen a sus proveedores. Por ello, aunque la iniciativa se aplica aún en pocos lugares, por ella se están interesando grandes marcas. La primera en sumarse ha sido Walkers, un productor británico de patatas fritas perteneciente a la multinacional Pepsico. Walkers ha comenzado a introducir en sus bolsas de patatas la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que se emite en toda la cadena de alimentación, desde que las patatas son sembradas en el campo hasta que llegan al consumidor. (ver gráfico)
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