El color constituye la parte central de nuestra experiencia visual del alimento ya que nos proporciona pistas sobre si ese alimento es comestible o no y sobre la identidad e intensidad del sabor. Por ello, en muchos casos se ha comprobado que el color puede jugar un papel decisivo influyendo en nuestra experiencia sobre el sabor de los alimentos que consumimos. A continuación te contamos algunos ejemplos de la interacción entre el color y el sabor y sus aplicaciones en la industria.
En el proceso de decisión de aceptar o rechazar un producto, el primer factor que el consumidor considera es el aspecto del mismo, influyendo por lo tanto, incluso de manera previa al consumo propiamente dicho del mismo. Por ejemplo, en el caso de alimentos envasados, el envase constituye la primera y única información que el consumidor percibe inicialmente del producto. Además, entre los diferentes atributos asociados al aspecto, como la forma, el tamaño o el color, éste último es el que destaca por encima de los otros ya que nos ofrece información clave sobre el producto influyendo incluso en el sabor.
La variable sensorial que los consumidores consideran como más importante respecto a las decisiones que toman de los alimentos que consumen es, fundamentalmente, el sabor. Sin embargo, durante el acto de comer o beber, el consumidor experimenta una multitud de sensaciones que van más allá del sabor exclusivamente y de las que a menudo el propio consumidor no es consciente.
Nuestra percepción del sabor es el resultado de la integración de la información proporcionada por las distintas categorías sensoriales: el olfato, el gusto, el oído, la vista, el tacto, la temperatura y algunas veces incluso irritación o dolor. Esta experiencia sensorial integrada por múltiples facetas sensoriales es el fundamento del sabor que percibimos, aunque ciertamente algunas sensaciones contribuyen más que otras, como el color de los productos.
De hecho, en la actualidad, la idea de que los consumidores se forman una idea previa sobre el sabor del producto sólo viendo el color del mismo toma fuerza en la investigación sobre el origen de la interacción color-sabor que toma en cuenta para su interpretación el papel de las expectativas y el background que las personas adquieren por experiencias anteriores (aspectos cognitivos).
• La capacidad de formular alimentos más saludables modificando la intensidad del color tanto del producto como del propio envase • La mejora de la aceptación de un producto • El desarrollo de nuevos productos más atractivos para los consumidores
A continuación citamos algunos ejemplos de este tipo de interacciones:
En ainia, consumolab posee un amplio conocimiento en el acercamiento a los consumidores para ayudar a las empresas a comprender y evaluar las posibles interacciones sensoriales, investigando las expectativas y actitudes que generan en los consumidores las características sensoriales de los productos y otros elementos como el envase.
Si quiere ampliar más información acerca de la interacción entre el sabor y el color de los productos puede ponerse en contacto con nosotros.
Marga Fernández (57 artículos)