Países como Francia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Hungría, Islandia, cuentan con legislación que penaliza ciertos ingredientes en los alimentos, tales como las grasas y azúcares a través de tasas e impuestos que deben pagar las industrias. Recientemente también Italia se ha incorporado al grupo de países que están desarrollando impuestos para los alimentos y bebidas, ¿se trata de un uso terapéutico de la legislación o sólo de afán recaudatorio?
Esta política ya se sugirió por parte de la OMS en 2004 como una estrategia global. Pero realmente ha sido durante estos últimos años cuando ha empezado a aplicarse en diferentes países europeos. De hecho, el último país que se ha incorporado al grupo de países que están desarrollando impuestos para los alimentos y bebidas ha sido Italia. Desde el Ministerio de Sanidad están preparando un impuesto sobre los refrescos gaseosos y las bebidas con contenido superior a los 21 grados. El anteproyecto italiano prevé una tasa de 7,16 Euros por cada 100 litros de bebidas gaseosas y de 50 Euros por cada 100 litros de bebidas alcohólicas.
Ante esta situación, nos planteamos la siguiente pregunta. ¿Estamos ante un uso terapéutico de la legislación alimentaria?, o ¿únicamente se trata de afán recaudatorio por parte de los autoridades competentes? Quizás amparándose en la lucha contra la obesidad las autoridades competentes han aprobado legislación que penaliza la presencia de los ingredientes mencionados.
Desde nuestro punto de vista la legislación alimentaria, debe estar centrada en el aseguramiento de las cuestiones inherentes a la seguridad, calidad y todos los aspectos vinculados a la producción de alimentos. Por ello, las cuestiones ligadas a la alimentación y nutrición de la sociedad deben estar encauzadas a través de campañas informativas y de concienciación, con herramientas como el etiquetado de los alimentos, que facilita la información más relevante para que los consumidores puedan actuar con conocimiento de causa y alimentarse de manera correcta.
En este sentido, coincidimos con planteamientos como el que en su día se publicó por parte de la Universidad de Alberta (Canadá) en el “The Journal of Consumer Affairsen”, reforzando la tesis de que las etiquetados que advierten que un producto tiene, por ejemplo, un alto contenido de grasas saturadas, son más efectivos que los impuestos a la grasa.
También coincide con este punto de vista la Food and Drink Europe, al considerar que estas que estas medidas atacan injustamente a ciertos tipos de alimentos a pesar de que deberían enfocarse en los hábitos alimenticios en general. Y que estos impuestos perjudican injustamente a los sectores de menores ingresos de la sociedad que suelen ser los compradores mayoritarios de estos productos alimenticios.
Si quiere saber más, contacte con Jose Mª Ferrer, Jefe del Departamento de Legislación de ainia, [email protected]
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José María Ferrer (338 artículos)