Innovar a través de la Estética

¿Qué hace que nos apetezca ese sushi de atún tan delicioso?

¿Es sólo el sabor de los alimentos que lo componen, su textura, o puede tener algo ver ese color verde brillante del aguacate con su complementario, rojo intenso, sobre un blanco lienzo?

A veces oigo o leo comentarios en los que se asocia la estética a lo superficial…grave error, afirmación que refleja la hipocresía con la que a veces abordamos la realidad en un intento de lograr la deseabilidad social y lo políticamente correcto… ¿Acaso quien lanza tal afirmación no se ha inspirado contemplando un paisaje bello? ¿Quién se ha comido un postre al que no haya visto buen aspecto?

Los brillos, el tamaño de las migas, la viveza de las fresas, la forma de sus hojas, el color del vino a través de una bonita copa de cristal. Aspectos tan sutiles que sin embargo afectan a nuestras emociones de forma tan profunda como el propio sabor de la comida o la bebida.

La imagen, como representación de una realidad, tiene el poder de actuar tanto de puerta de entrada como de barrera de lo que hay detrás, a través de las emociones que genera en nuestro ser. La pregunta “¿pero qué es más importante, el “envoltorio” o el contenido?” contiene en sí una trampa. Es absurdo compartimentar, la percepción humana es mucho más holística, instintiva e inmediata. Es un TODO. ¿Por qué te gusta un chico o una chica? TE ATRAE. “Este producto es tan “gris”… pero es tan saludable, que debo comerlo”. Cuando hablamos de comida, como de tantos placeres, el “debo” no funciona demasiado. También me tiene que “entrar”. En las elecciones en las que está implicado el placer, la diversión… los aspectos emocionales tienen un papel fundamental.

No somos más inteligentes por ignorar la parte instintiva o emocional, sino que somos más inteligentes por integrarla. Y hacerle caso, mucho caso. El consumidor es emocional. Y olvidar esa vía a la hora de innovar sería ir directos al “suicidio”.

A través de la imagen comunicamos. Innovando en la imagen, estaremos innovando en la forma en la que el producto va a ser percibido, recibido y sentido.

Y es que todo mensaje, movimiento, elemento que pretenda ser innovador lleva por bandera una estética innovadora. ¿Qué sería del Glam sin la estética Bowie, del “mod” sin Weller o del gótico sin Siouxie?

El reto es… aprovechar todos los recursos que nos brinda la estética para innovar, para crear, para despertar emociones.

Cientos de combinaciones de colores, formas, tamaños, brillos, intensidades, texturas… para producir nuevas sensaciones y crear nuevas experiencias de uso, las que mejor representan y acompañan a nuestro producto.

Elegir colores cálidos o fríos, con contrastes o en armonía; combinar formas típicas con colores atípicos para esas formas; utilizar combinaciones de colores que asociamos con ciertos sabores, acompañarlas de líneas verticales para transmitir fuerza, horizontales para producir una experiencia más relajante, curvilíneas para generar curiosidad; jugar con las simetrías y las asimetrías para lograr un efecto u otro…

Hay, pues, una fantástica puerta abierta a la innovación.  Ser innovadores a través de la estética es una oportunidad muy inteligente de CONECTAR, de transmitir, de fascinar.

Y es que como dijo “Makinavaja”, “en este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles sólo nos queda la estética”…


(Foto de Linh H. Nguyen publicada en Flickr)

Más información acerca del Post: Nuria Navarro Fito