Wakame, Nori, Hijiki, Arame, Konbu …son algunas variedades de algas que, sobretodo para los más aficionados a la cocina japonesa, ya se han hecho un sitio en nuestra dieta, acercándola un poco más a nuestra cultura gastronómica. A diferencia de estos tipos que se toman directamente en plato, existen otros organismos, que son llamadas microalgas, que aunque no se usan en la cocina directamente tienen un perfil nutricional de alto valor como complementos dietéticos. ¿Te suenan la Chlorella o la Spirulina? Te contamos qué son, cómo se usan y para qué y quiénes son riquísimas.
Tradicionalmente, el empleo de las algas en la cocina era patrimonio de la dieta oriental, pero ahora su presencia cada vez, resulta más habitual en el menú occidental debido a su riqueza nutricional. También existen referencias bibliográficas de que las microalgas, más pequeñas y abundantes en nuestro entorno se han usado desde tiempos ancestrales para el consumo humano y en animales por su gran cantidad de compuestos beneficiosos para la salud.
Desde hace unos años, los científicos están investigando acerca del valor de las microalgas y ya se han obtenido las primeras evidencias científicas de la aplicación de dos microalgas, Chlorella y Spirulina, como ingredientes para alimentos saludables orientados a estimular el sistema inmunológico.
En este sentido, ¿sabías que las microalgas como la Chlorella y Spirulina son ricas en vitaminas, ácidos grasos, aminoácidos esenciales y polisacáridos? Estas propiedades las hace excelentes como ingredientes activos para alimentos que puedan reforzar las carencias nutricionales de segmentos poblacionales que puedan registrar déficits en defensas. Estos son: los niños, los ancianos o incluso personas que están en situaciones especiales de estrés o enfermedad.
Los alimentos con propiedades de valor añadido, consumidos como parte de una dieta equilibrada y acompañados de un estilo de vida saludable, ofrecen la posibilidad de mejorar la salud y/o prevenir ciertas enfermedades y hoy es una clara tendencia en el desarrollo de nuevos productos que observamos y adquirimos en el lineal del supermercado.
La tendencia de los productos con mayor calidad nutricional registra una clara tendencia al alza. Según la base de datos Global New Product Database desde enero de 1998 hasta diciembre de 2009 se lanzaron al mercado español 31.576 nuevos productos, de los cuales 6.015 eran referencias con reclamo de “saludable”, lo que supone a día de hoy un 20% frente al 0,5% de hace doce años.
Su capacidad, validada científicamente, para prevenir ciertas carencias fisiológicas o el riesgo de enfermedades, hace de estos productos un atractivo para los consumidores. ¿Comprarías unas galletas elaboradas al estilo tradicional, o incluso una salsa, que lleven incorporadas en su composición microalgas para hacerlas más saludables sin que esto altere su sabor de siempre? Esta cuestión nos lleva a explicar cómo se producen este tipo de alimentos.
Las microalgas se obtienen, por extracción, de microorganismos vivos y su utilización posterior puede ser aplicable en sectores diversos desde el alimentario hasta el sector bioenergético, el farmacéutico o el químico, etc.
La bioproducción es la disciplina que permite obtener estos productos de alto valor añadido y con alta actividad biológica. En este caso, los procesos de bioproducción de microalgas para fines alimentarios se desarrollan empleando sistemas de producción que aseguren la asepsia y la seguridad alimentaria.
Lo que se extrae de ellas son Compuestos de Alto Valor Añadido (CAVAs), como por ejemplo, aceites ricos en ácidos grasos omega-3, polisacáridos o pigmentos como los carotenoides, que se consumen a modo de complementos o que se emplean para el enriquecimiento de algunos alimentos. Pero, ¿cómo se puede enriquecer un alimento? Con el objetivo de proteger sus propiedades y que realicen su función bioactiva en el momento preciso para que sea absorbido al máximo por el organismo, este proceso se realiza mediante la tecnología de la microencapsulación. A través de ella, las microalgas o los CAVAs extraidos de ellas, quedan recubiertos por microcápsulas que se añaden sin ser detectables, si no se desea, en el alimento que ingerimos. De esta forma, no se alteran las características organolépticas (vista, sabor, olor, textura…) del producto final y pueden resistir el pH del tracto digestivo para ser absorbido por el organismo humano en el intestino.
ainia lleva desde 2003 trabajando en temas de microalgas. Recientemente, ha desarrollado los primeros prototipos de alimentos saludables, como galletas y salsas a partir de microalgas (Chlorella y Spirulina) que se han identificado con potencial inmunoestimulador en el Proyecto INMUGAL)
Entre los proyectos que lleva en marcha, también se encuentra un proyecto que abarca un espectro más amplio de aplicación de las microalgas en alimentos. Es el Proyecto “NUTRIALGAE: Bioproducción de principios activos (colorantes alimentarios, ácidos grasos poliinsaturados, polisacáridos, etc) a partir de microalgas con fines alimentarios” que está cofinanciado por el Programa de Proyectos en Colaboración de IMPIVA y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
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