La mayoría de las personas sueñan con encontrar “la gran oportunidad”, pero para encontrar algo, normalmente hace falta buscarlo. Ray y Joseph, de dos maneras muy diferentes dieron con la suya. Hoy quizás lo tengamos un poco más fácil que ellos.
Raymond Kroc era un vendedor de máquinas para hacer batidos en Estados Unidos. Normalmente sus clientes, principalmente restaurantes, le hacían pedidos de una o dos máquinas mezcladoras, pero tenía un cliente que le había comprado ocho máquinas de golpe. Movido por la curiosidad de qué restaurante era capaz de hacer cuarenta batidos a la vez, se desplazó de Chicago a San Bernardino, en California. Lo que allí vio cambió su vida. Una fila de personas esperaba frente a un restaurante, con dos arcos dorados como reclamo, donde los empleados despachaban sin parar hamburguesas, patatas fritas y batidos.
Los hermanos McDonald habían hecho de un restaurante vulgar de carretera un negocio muy eficiente. Frente a esta visión, Ray Kroc se dio cuenta que en este negocio estaba el futuro. Al día siguiente les propuso a los hermanos McDonald un trato, vender franquicias de su negocio por el mundo. A partir de ese momento, a sus 52 años, Kroc comenzó a montar un negocio sin precedentes a nivel mundial.
Cuando Joseph C. Wilson ascendió en 1945 al cargo de presidente en Haloid Corporation, una empresa dedicada a la venta de papel fotográfico, se dio cuenta que la compañía tenía que diversificar sus productos para sobrevivir. Entonces, Joseph encargó al jefe de investigaciones e ingeniería que revisara publicaciones en busca de nuevas posibilidades. Entre las publicaciones que encontró un resumen sobre unos ensayos llevados a cabo en el campo de la electrofotografía por el Instituto Batelle Memorial en Columbus, Ohio. Joseph C. Wilson y su jefe de investigaciones e ingeniería se fueron inmediatamente a Columbus para hablar con los investigadores. Aquel viaje fue el principio de un producto que salvaría su negocio, la maquina fotocopiadora Xerox.
La respuesta a la pregunta que encabeza este artículo puede tener varias respuestas: ambos se hicieron millonarios, ambos fueron visionarios, ambos fueron emprendedores, pero también, en ambos casos, tuvieron la fortuna de detectar una oportunidad y saber reconocerla. Algo que todos, empresas y personas, siempre anhelamos.
Actualmente contamos con dos ventajas para convertirnos en los próximos Ray Kroc o Joseph C. Wilson: la globalización, que nos abre las puertas a tener negocios en todo el mundo; y las herramientas TICs, que nos permiten acceder, de manera rápida, a información que antes era imposible de alcanzar. Desgraciadamente, también tenemos otros dos impedimentos para lograr ser los próximos Ray Kroc o Joseph C. Wilson: la globalización, que aumenta la competencia a nuestro negocio; y las herramientas TICs, que permite a nuestra competencia a acceder a esa misma información, y que es tan abundante que muchas veces resulta difícil gestionarla.
Ante esta situación, las empresas cuentan con dos herramientas, que cada vez resultan más necesarias para ser competitivos. La Vigilancia Tecnológica y de Mercado, que nos permite ver lo que está pasando a nuestro alrededor en diferentes ámbitos: negocio, competidores, proveedores, tecnología, etc. Y la Inteligencia Competitiva que nos permite usar esa información para tomar decisiones.
Esta claro que para ser Ray Kroc o Joseph C. Wilson, se necesita algo más que la Vigilancia Tecnológica y la Inteligencia Competitiva (VT-IC). Pero lo que es innegable es que las empresas y las personas que no están atentos a las oportunidades tienen más difícil encontrar el camino del éxito. Hoy en día contamos con herramientas que nos facilitan este camino, la clave está en cómo aprovecharlas.
Algunos consejos a la hora de implantar un sistema de VT-IC son:
y tú ¿cómo buscas tu oportunidad?
Julio Carreras (2 artículos)