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José Ángel Garde / 24 Junio 2013

¿Quién come 60 latas de tomate en un día? Las aguas turbulentas del bisfenol A (BPA)

 El bisfenol A es una sustancia química ampliamente utilizada desde hace varias décadas, que ha llegado a alcanzar popularidad porque los medios de comunicación han difundido noticias a toda la sociedad, que generan situaciones de alarma. Hace poco más de 1 año, llegó a mis manos una noticia impresa cuyo titular decía “Envases para combatir la diabetes”. Me pregunto, ¿es éste un titular sensacionalista?
 

Buceando en la noticia, indicaba que “un componente de plásticos que se utiliza en muchos envases de alimentación, se transfiere a los alimentos (…); puede provocar que el páncreas endocrino fabrique y libere un 50% de insulina más que la necesaria (…). El BPA se asocia con una mayor predisposición a la diabetes y a la obesidad”. Y la alternativa que proponen es la utilización de plásticos alternativos, como los producidos a partir del ácido láctico o del almidón de la patata.

Un profano lee esta noticia y realizaría la siguiente asociación de palabras que, en el fondo, cada una supone una idea: BPA-plásticos-diabetes-plásticos de ácido láctico o almidón.

Comencemos por desenredar la noticia: Tenemos que felicitarnos porque la diabetes, la plaga del siglo XXI en la sociedad occidental, se RESUELVE CON UN ENVASE. ¿Dónde está ese envase? Sería casi como disponer de un elixir de la juventud, pero esta vez en forma de envase.

¡Qué desilusión! Ese envase no existe y la noticia está hablando de que un componente de plásticos, que se utiliza en muchos envases, interactúa con el páncreas y es un factor de riesgo para la diabetes y la obesidad.

Continuemos desgranando la noticia. “El BPA se utiliza en muchos envases”. Los usos del BPA en envases van destinados a la fabricación de policarbonato, revestimientos de latas de bebidas, de conservas y tapas de envases metálicos. Según la Asociación Metal Packaging Europe, los envases metálicos representan el 17% del conjunto de envases. Y envases de policarbonato en alimentación son muy difíciles de encontrar. Los envases de polietileno, polipropileno, PET, poliestireno y combinaciones con poliamidas, EVOH no utilizan el BPA para su fabricación. O sea, que el nicho de materiales de envase en los que se usa el BPA, queda bastante acotado y es muy amplio el número de materiales plásticos en los que no participa. Así aclaramos y extinguimos la relación que establecía la noticia entre envases plásticos y diabetes.

Y finalmente parecería que los envases de ácido láctico o almidón resolvieran todos los problemas descritos. No se mencionan limitaciones de ellos, empezando por la limitada disponibilidad de los mismos, para la demanda actual de envases, las resistencia mecánica y propiedades barrera, que requieren ser mejoradas, y el coste económico que no puede ser soportado por productos de escaso valor añadido y precios muy ajustados, como pan y otros horneados, lácteos, legumbres, frutas, o productos masivos de limpieza.

En definitiva, de toda la información, nos podemos quedar con que el BPA se ve involucrado en los envases metálicos o latas de conservas. Es fácil impresionar a la población contando que se han encontrado efectos adversos en ratones y se extrapola a que lo mismo ocurre con el cuerpo humano. No se habla de dosis, de periodo ni vía de exposición, pero ahí se lanza la afirmación a toda la sociedad. Ya lo dijo Paracelso, no hay veneno, sino dosis.


El Bisfenol A en Europa: el caso de Francia

 

La situación presente del BPA es turbulenta y convulsa en el terreno de las Autoridades Sanitarias con potestad en diferentes ámbitos, nacional y supranacional. Hay países que quieren ir por delante de todos y se erigen en detractores y, según ellos, en defensores de la salud de la comunidad. Sin embargo, los datos que manejan pueden estar distorsionados o no pueden valorarse todos con el mismo rigor, porque no se han establecido todavía criterios comunes.

Es la situación que se está viviendo en Francia, con respecto a la Unión Europea. Francia postula la prohibición; en su fundamento se encuentran puntos débiles susceptibles de mejoras. En concreto, ha identificado cuatro posibles efectos del BPA y un solo estudio para cada uno de los efectos. Con los cuatro estudios individuales ha alcanzado la conclusión de retirar todos los materiales que contengan BPA. En ningún momento justifica por qué ha dado tal relevancia y fiabilidad a esos cuatro estudios, descartando el resto de información accesible a la comunidad científica ( ver artículo publicado por PlasticsEurop).

Por su parte, la EFSA está trabajando para ofrecer a toda la población europea un criterio riguroso, evaluando todas las vías de exposición e incluyendo el desglose por grupos de edad. De hecho, en mayo de 2012, la EFSA estructuró la actividad en 2 grupos de trabajo, encargados de diferentes aspectos :

  •  Caracterización de efectos toxicológicos del BPA.
  •  Estudio de la exposición y absorción del BPA en humanos.


Estaba previsto que la EFSA emitiera su nueva posición y opinión respecto al BPA en mayo de 2013, pero poco antes de mayo anunció que dicha emisión se post-ponía al mes de octubre de 2013. La EFSA considera que es tal el volumen de información publicada respecto al BPA, que ha decidido tomarse más tiempo para llegar a toda ella.

Bisfenol A en EE.UU. y Canadá

Aun así, disponemos de referencias de otros países u organismos, sobradamente reconocidos, que recientemente han actualizado su posición.

En el otoño de 2008, Canadá se convirtió en el primer país del mundo que prohibió el uso de BPA en biberones como artículo de uso exclusivo para lactantes. Sin embargo, en septiembre de 2012, se reafirmó en que la exposición al BPA a través de la dieta no representa un riesgo para la salud de la población en general. Para alcanzar esta conclusión, se basó en un estudio sobre 132 alimentos, agrupados en 33 categorías, considerando estimaciones de ingestas y grupos de población por edad y por peso.

Por su parte la FDA de EE.UU., en marzo de 2013 ha emitido una actualización de su posición respecto al BPA que es parcialmente aclaratoria. Sigue considerando seguro al BPA a los niveles de concentración en que se encuentra en los alimentos, pero la investigación continúa a través del Centro Nacional para la Investigación Toxicológica. No facilita fechas previstas para conocer los resultados de estas investigaciones. Añade que los consumidores se pueden sentir seguros porque la FDA desarrolla las estrategias más fuertes en materia de regulación para protegerlos de todo tipo de riesgos en la cadena de suministro de alimentos, y actuará con rotundidad para eliminar cualquier ingrediente o sustancia química que represente un potencial riesgo para la salud pública.

120 latas de tomate en un día  para alcanzar la la TDI del Bisfenol A

Para evaluar los riesgos y las exposiciones, no hay mejor manera que determinar concentraciones de Bisfenol A en alimentos tomados directamente de estanterías del supermercado. Habiendo aplicado esta dinámica a productos del mercado español, se encontró que el contenido de BPA en los alimentos siempre estaba por debajo del límite de cuantificación (0.05 mg/kg alimento), es decir, como máximo, contenían 12 veces menos que el límite de migración específica (0.6 mg/kg). Este valor de 0.6 se basa en la TDI que EFSA estableció para el BPA, en 0.05 mg/kg peso corporal/día.

Vamos a digerir todos estos números. Supongamos que la determinación de BPA (<0.05 mg/kg alimento) se ha realizado sobre una lata de tomate de medio Kg, una persona de 60 kg de peso, tendría que comer 120 latas de tomate en 1 día para alcanzar la TDI recomendada por EFSA. ¿Es una situación lógica?

¿Qué es lo que quiere decir todo esto? Probablemente, salvo que en las revisiones e investigaciones que están realizando EFSA y FDA se encontrara que hay que disminuir drásticamente la TDI, los temores sobre la exposición al BPA a través de la dieta no deben ser tan alarmantes.

El Reglamento (UE) 10/2011, considera un nivel máximo de 0.01 mg/kg de alimento, como la migración máxima para una sustancia no autorizada (que no sea mutagénica, carcinogénica, o tóxica para la reproducción). Este nivel máximo supone 5 veces menos que la cantidad máxima que podrían contener las latas de tomate. Por tanto, sería necesario consumir 24 latas de tomate (0.5 kg) para alcanzar una TDI de 0.05 mg/kg peso corporal/día en una persona de 60 kg. Evidentemente, vivimos un compás de espera sobre la opinión de la EFSA, esperada para el próximo octubre, ya que cualquier rectificación sobre el valor actual de TDI del BPA (0.05 mg/kg peso corporal/día), modificaría todos los cálculos aquí presentados.

Y vamos a terminar con un dato curioso, sobre el que nadie ha levantado la alerta:
Los composites utilizados en empastes dentales habitualmente son co-monómeros basados en bisfenol-glicidil-metacrilato. La reparación completa de un molar puede liberar 13 µg - 30 mg de BPA en las primeras 24 horas. Estos valores representan, respectivamente, 0.2 y cerca de 0.5 mg/kg peso corporal/día para una persona de 60 kg, o sea, 10 veces más que la TDI adoptada por EFSA en 2006.


Foto de Stefan Alforn publicada en Flickr

 

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