En el panorama actual parece que está cobrando más importancia si cabe la identificación temprana de posibles riesgos para la salud humana. La identificación, caracterización y evaluación de las señales del entorno puede facilitar los indicios de aquello que puede llegar a suceder en un futuro cercano y que pueda conllevar un peligro desde la perspectiva de la Seguridad Alimentaria. Disponer de metodologías que permitan conocer los riesgos emergentes con tiempo suficiente para esbozar un plan de acción es clave para anticiparse y evitar efectos adversos para la salud humana.
La aparición y el control de la contaminación de los productos agrícolas por micotoxinas representa un problema candente a nivel mundial, difícil de resolver. Dentro de las micotoxinas, las aflatoxinas (AFT) han sido clasificadas como agentes cancerígenos del Grupo I por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, y debido a su toxicidad y exposición actual en alimentos (principalmente en cereales, lácteos y derivados), representan un riesgo para la salud de los consumidores de la Unión Europea que se debería de gestionar a corto plazo.
Desde 2014 contamos con un equipo multidisciplinar de expertos que identifica y evalúa riesgos emergentes de seguridad alimentaria incluidos los relacionados con la presencia de micotoxinas en alimentos. En un escenario revisado en 2018 se concluía que, debido al rápido avance del cambio climático, es difícil contener o minimizar su efecto sobre la producción de micotoxinas y en concreto la micotoxina Deoxinivalenol (DON), lo que representaba un riesgo para la salud animal y humana por su exposición en alimentos, al sobrepasarse la Ingesta Diaria Tolerable (IDT) de 1 μg/Kg de peso corporal al día.
Recientemente la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), ha publicado la evaluación del riesgo de aflatoxinas en alimentos y como resultado se concluye que:
EFSA utiliza el enfoque del margen de exposición (MOE) para evaluar el efecto sobre la salud, debido a la presencia en alimentos o piensos de sustancias genotóxicas (pueden dañar el ADN, el material genético de las células) y carcinogénicas. El MOE es una relación de dos factores que determinan para una población dada: la dosis en la que un pequeño efecto adverso medible es inicialmente observado y el nivel de exposición a la sustancia considerada. EFSA considera que un MOE de 10.000 o mayor para las sustancias genotóxicas y cancerígenas representa un nivel bajo de peligro para la salud pública.
En definitiva, es necesario conocer los Riesgos Emergentes en aras de garantizar la seguridad alimentaria y la salud del consumidor. Algunas claves sobre riesgos emergentes señalan como prioridad para 2030 los virus de transmisión alimentaria. Nuestro grupo de especialistas en Riesgos Emergentes pueden orientar a tu empresa para la toma de decisiones anticipadas.
Vicente Martínez (12 artículos)