Los hábitos de compra de los consumidores y la evolución del mercado e innovaciones alimentarias durante los últimos años evidencian una tendencia hacia los productos más saludables, sobre todo sin colorantes artificiales, bajos o sin grasa y sin azúcar, como avanzamos en el artículo sobre Nuevos modelos de digestión “in vitro” para el desarrollo de alimentos funcionales y fármacos. Una categoría de estos productos de gran interés son las harinas desgrasadas de cereales o pseudocereales y/o legumbres; sin duda, harinas que contienen un bajo índice glucémico y que pueden emplearse en productos sin gluten. La tecnología supercrítica aplicada al desgrasado de alimentos/ingredientes con fracciones lipídicas elevadas es válida para reducir el contenido graso hasta niveles inferiores al 5% en productos como cereales o derivados de los mismos (ejemplos: maíz, trigo, arroz,...) e incluso inferiores al 1% en matrices específicas; o aplicando procesos de mayor duración.
Las harinas desgrasadas de cereales, pseudocereales y/o legumbres tienen un elevado potencial para la industria alimentaria, ya que puede ser novedosos ingredientes que permitan la incorporación de nuevos sabores y mejorar el perfil nutricional de los productos. Pueden además no tener gluten y sí un alto contenido en proteínas. Son, por su origen, productos ricos en vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Así, en esta categoría se pueden encontrar harinas que sean una buena alternativa para las personas que por diversas razones no quieren o no pueden tomar harina de trigo y optan por alternativas derivadas de maíz, arroz, avena, garbanzo, almendra, etc.
Este tipo de producto desgrasado se elabora con producto parcialmente molido al que se extrae más del 50% de la grasa. Entre las técnicas aplicadas para su obtención, se encuentra el prensado en frío; la extracción con disolventes orgánicos y la extracción mediante la tecnología de fluidos supercríticos, o extracción con CO2 a presión.
Con procesos extractivos por prensado en frío, a pesar de que se evita el uso de disolventes orgánicos, no se llega a alcanzar un rendimiento elevado, obteniéndose un aceite de distinta calidad y quedando la estructura del material vegetal modificada. Además, tiene la limitación técnica de no poder llevar el producto a niveles de desgrasado elevados, no alcanzándose los niveles de grasa deseados (para poder utilizar etiquetas con la alegación nutricional de “bajo en grasa” se requiere un contenido graso inferior al 3%; para que contengan “contenido reducido en grasa” es necesaria una reducción del 30% del contenido graso original).
Los procesos con disolventes orgánicos conllevan asociados una serie de desventajas en cuanto a seguridad y medio ambiente, y en cuanto a las características y aplicaciones autorizadas por la legislación para los productos finales y de los refinados, derivadas de la utilización de disolventes orgánicos a menudo tóxicos.
La tecnología de extracción supercrítica con CO2 presenta también las siguientes ventajas:
Estos aspectos hacen que la tecnología sea adecuada para la generación de dos productos (el producto original desgrasado y, por otro lado, el aceite estable de alta calidad y propiedades).
AINIA lleva más de 20 años desarrollando procesos y equipamiento para la extracción con CO2 supercrítico y cuenta con una planta industrial, ALTEX, que ofrece servicios de maquila de esta tecnología garantizando procesos sostenibles y aptos para productos con certificación ecológica.
Victoria Capilla (8 artículos)