Andrés Pascual / 26 Abril 2023

Descarbonizar evitando las pérdidas de fruta

Un total de 28,4Mt de fruta se pierden o desperdician por año en la UE a lo largo de la cadena de suministro alimentario del total de 129 Mt. La fruta representa el 22% del desperdicio total de alimentos de la UE. Una de las estrategias de descarbonización más eficaces en el ámbito agrícola es el de la prevención de pérdidas en campo y post-cosecha.  La recuperación automatizada en el campo, el upcycling a ingredientes alimentarios o la obtención de bioproductos, son algunas de las alternativas innovadoras de aprovechamiento de la fruta perdida. Te lo contamos.

Las pérdidas de fruta en los primeros eslabones de la cadena de suministro suponen el uso ineficiente de todos los recursos usados en su producción, y además, cuantiosas emisiones de CO2 que causan un efecto negativo sobre el clima. Dichas pérdidas pueden ser evitadas a través de alternativas innovadoras y sostenibles, y por tanto, constituyen estrategias de descarbonización de gran potencial que a veces pasan desapercibidas.

Emisiones de CO2eq de los sistemas de producción y consumo alimentario

Los sistemas de producción y consumo alimentario son responsables del 26% de las emisiones de CO2eq a nivel global siendo un objetivo prioritario del Green Deal o Pacto Verde que traza una hoja de ruta para que Europa se convierta en un continente climáticamente neutro en carbono en 2050.

 

Figura 1. Los sistemas alimentarios son responsables del 26% de las emisiones de CO2eq globales

Pérdidas y Desperdicio de Alimentos en la UE y emisiones de CO2eq

Los términos pérdida de alimentos y desperdicio de alimentos se usan juntos o por separado en la literatura. En general, la pérdida de alimentos se refiere en las primeras etapas de la cadena de suministro de alimentos, en la producción y el procesamiento, mientras que el desperdicio de alimentos generalmente se aplica en la etapa posterior de la cadena de suministro de alimentos en el comercio minorista y el consumo final. Un estudio reciente, Caldeira et al. (2019a), estimó alrededor de 638 Mt de productos alimenticios para el consumo humano en la UE, generando aproximadamente 129 Mt (peso fresco) de pérdidas y el desperdicio de alimentos representando el 20% de los alimentos producidos. La mayor cantidad se genera durante la etapa de consumo (46%), seguida de la producción primaria (25%) y el procesamiento y la fabricación (24%). Las etapas de distribución y venta al por menor solo representan el 5% del desperdicio de alimentos generado en la cadena de suministro.

Figura 2. Distribución de 129Mt /año de residuos frescos a lo largo de la cadena de suministro en la UE. Caldeira et al. (2019a)

Para lograr estos objetivos, se propone una serie de medidas, como:

  • el fomento de prácticas agrícolas sostenibles y la promoción de la agricultura local y de temporada
  • el apoyo a la innovación en tecnologías y prácticas de gestión de residuos alimentarios,
  • la educación y sensibilización de los consumidores sobre el impacto del desperdicio alimentario en el medio ambiente.

Las pérdidas y el desperdicio de alimentos suponen el 6% del total de las emisiones globales gases de efecto invernadero a nivel global y son también una prioridad para la UE a través de la estrategia Farm to Fork o de la Granja a la Mesa uno de los ejes centrales del Green Deal. En concreto, establece que se deben tomar medidas para reducir a la mitad las pérdidas y el desperdicio alimentario para el año 2030.

Figura 3. Pérdidas y el desperdicio alimentario responsables del 6% emisiones de CO2eq globales. Imagen de Our World in Data (Creative Commons BY license). Disponible en este enlace

Recuperar y aprovechar fruta perdida como estrategia de descarbonización

Las causas de las pérdidas de fruta son muy variables y dependen de muchos factores. Pueden ser elementos climáticos adversos (viento, granizo, heladas…); plagas; productos no cosechados que permanecen en el campo porque no cumplen con los requisitos de calidad del consumidor (en forma, tamaño, color…); precio en el mercado que no compensa los costos de la cosecha; desajustes entre la oferta y la demanda; falta de infraestructura; manipulación y almacenamiento inadecuados.

Un total de 28,4Mt de fruta se pierden o desperdician por año en la UE a lo largo de la cadena de suministro alimentario del total de 129 Mt. La fruta representa el 22% del desperdicio total de alimentos de la UE y es una de las mayores cantidades entre los grupos de alimentos como se muestra en la siguiente figura.

Figura 4. Pérdidas y desperdicio alimentario en la UE-28.  Caldeira et al. (2019a)

 

La relación entre los alimentos disponibles y las pérdidas y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos para el caso de la fruta es del 41%, siendo una de las más altas entre los grupos de alimentos.

Figura 5. Distribución de las pérdidas y el desperdicio alimentario por grupo alimentario y eslabón de la cadena de suministro. Caldeira et al. (2019a)

 

Una de las estrategias de descarbonización más eficaces en el ámbito agrícola es el de la prevención de pérdidas en campo y post-cosecha (mermas cooperativas y centrales hortofrutícolas). Las pérdidas (mermas) podrían representar alrededor de un 15% de la cosecha recolectada pudiendo estas mermas destinarse a diferentes usos como alimentación animal, biogás, compostaje o vertederos. La cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se generan cuando una tonelada de fruta acaba en un vertedero depende de varios factores, como el tipo de fruta, la cantidad de fruta y las condiciones en el vertedero. Un estudio llevado a cabo por Grupo Garrigues (G-Advisory), estimó que los vertederos emiten 772 kg CO2eq por tonelada tratada. Para una producción aproximada de 15 millones de toneladas de fruta al año en España, el potencial de descarbonización sería de unos 2,75 Mill. T CO2eq al año asumiendo que un 25% de dichas mermas pudieran acabar tratados en vertederos.

 

Alternativas innovadoras de aprovechamiento de la fruta perdida

 

  • Recuperación automatizada en el campo: AINIA ha sido uno de los primeros centros tecnológicos que se han lanzado a poner fin a toda la problemática de las pérdidas alimentarias de cultivos agrícolas. La Unidad de Transformación Digital de AINIA está desarrollando a través del proyecto FOOD COLLECT una plataforma robótica móvil capaz de recolectar fruta del suelo para poder darle un segundo uso evitando su deterioro y generación de emisiones de CO2. Esta alternativa puede ser complementaria a las tradicionales de espigar los árboles frutales tras las cosecha.
  • Upcycling a ingredientes alimentarios: Otra alternativa emergente es el UpCycling. Un ejemplo es la start-up murciana Agrosingularity que convierte los excedentes de frutas y verduras de cooperativas y empresas hortofrutícolas en ingredientes alimentarios en polvo para las industrias alimentarias. Sus ingredientes reciclados aportan características como sabor, color, textura, fibra, conservantes, entre otras para los alimentos que se formulan con ellos. No sólo se evitan emisiones de CO2 sino que además los residuos nunca llegan a serlos porque se mantienen útiles en la cadena alimentaria.
  • Obtención de bioproductos mediante modelos de biorrefinería: Por último, la transformación de la fruta perdida en diferentes productos de alto valor añadido y ciclo de vida extendido, como extractos para ingredientes en cosmética natural, productos químicos biobasados, envases activos, bioplásticos y otros biomateriales, etc. aseguran la retención del CO2 biogénico durante más tiempo sin liberarse a la atmósfera, reduciendo así el efecto invernadero causante del cambio climático.

En resumen, evitar la descomposición incontrolada de la fruta en los suelos agrícolas, o su deposición en vertederos, constituye una estrategia de lucha contras las pérdidas alimentarias pero también es una estrategia de descarbonización altamente eficaz que puede ser implementada a través de alternativas innovadoras y sostenibles como la recuperación automatizada en el campo, el upcycling a ingredientes alimentarios o la obtención de bioproductos mediante modelos de biorrefinería. Todos ellos son ejemplos de bioeconomía circular y de nuevas cadenas de valor alrededor de actividades económicas novedosas y con mucho futuro por su alineamiento con los objetivos estratégicos de la UE y de un país como España que es uno de los principales productores de fruta europeos.

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