Roberto Ortuño / 14 Septiembre 2023

Los 10 riesgos alimentarios con mayor impacto en los próximos años (VIII)

Efectos adversos de la introducción de proteínas alternativas, como presencia de alérgenos, contaminantes o residuos.

Vamos hoy a abordar otro, en realidad otros,  de los posibles peligros que derivan de nuevas prácticas para la adaptación a la economía circular de la cadena alimentaria. Debemos remarcar en este punto que estamos hablando principalmente de “posibles” peligros surgidos de la incorporación a la dieta de nuevos alimentos y que por tanto no se trata de demonizar estas nuevas alternativas en el campo de la alimentación, si no de prever los riesgos que pudieran derivar de ellas con el fin de mitigar o al menos minimizar los mismos, de manera que no constituyan un riesgo significativo para la salud de los consumidores.

 

Proteínas alternativas

Las fuentes tradicionales de proteínas en alimentación han sido los productos de origen animal como la carne, el pescado, los lácteos o los huevos. También hay que hacer mención a las leguminosas, que han constituido una fuente importante de proteína, en especial en determinadas culturas.

Sin duda alguna, las proteínas alternativas están teniendo una demanda creciente en el mercado de la mano de las preocupaciones de los consumidores sobre la sostenibilidad, la salud y los problemas éticos relacionados con la producción de alimentos de origen animal.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la introducción o el aumento de su participación en la dieta puede ser considerada una práctica de economía circular, por poder tener sus sistemas productivos un menor consumo de recursos naturales y especialmente por permitir reintroducir en la dieta humana o animal corrientes de subproductos que de otra manera se convertirían en residuos.

Las principales fuentes de proteínas alternativas son los vegetales (la soja, las legumbres, frutos secos y semillas, algunos cereales integrales o las procedentes de hongos comestibles), la algas, los insectos y los cultivos celulares (también conocidos como carne cultivada o  carne de laboratorio).

En algunos casos, estas proteínas de orígenes diferentes a la producción animal, constituyen el ingrediente principal de los productos que conocemos como análogos cárnicos (análogos de hamburguesas, embutidos, etc) o de productos lácteos (licuado de soja, de avena, de arroz, almendras…) que encontramos ya de manera frecuente en nuestros lineales.

 

Posibles riesgos emergentes

Como ocurre en una parte importante de los temas tratados en esta serie de artículos, es relativamente escasa la bibliografía de referencia sobre estudios que hayan abordado con profundidad la caracterización de estos peligros, de forma que se posibilite una adecuada evaluación del riesgo que comportan. El hecho de tratarse de riesgos emergentes justifica en gran medida este hecho. No obstante, las referencias identificadas tienen el valor de poner el foco en problemáticas que deben se estudiadas con profundidad con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria.

Basándonos en el estudio encargado por EFSA a la Harper Adams University “Food and Feed safety vulnerabilities in the circular economy”, podemos identificar los siguientes escenarios de riesgo:

  1. Introducción en la alimentación humana o animal de insectos o productos procedentes de insectos
  2. Producción de nuevas proteínas procedentes de algas.
  3. Producción de carne cultivada.

Abordaremos ahora con mayor detalle cada uno de ellos.

 

Introducción en la alimentación humana o animal de insectos o productos procedentes de insectos

A pesar de que en determinadas culturas, el consumo de insectos está relativamente extendido aunque referido, eso si, a pocas especies, en general podemos considerar que no existe un histórico de uso de esta fuente de proteínas que permita establecer su seguridad, de manera que deben ser considerados nuevos alimentos y evaluarse su seguridad como tales, antes de aprobarse su consumo en la UE.

Hasta la fecha los insectos autorizados por la EFSA para ser comercializados en la UE son:

  1. Gusano de la harina (Tenebrio molitor).
  2. Langosta migratoria (Locusta migratoria).
  3. Grillo doméstico (Acheta domesticus).
  4. Larvas de escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus).

Los posible riesgos inherentes al uso de insectos en alimentación, han sido evaluados en el caso de estas cuatro especies, que se han considerado seguras.

De forma general, los peligros con los que nos podemos encontrar son:

  1. Presencia de metales pesados, en especial cadmio, plomo y arsénico.
  2. Residuos de pesticidas, sustancias de uso veterinario, así como dioxinas y PCB.
  3. Contaminación de los insectos con patógenos humanos.
  4. Presencia de parásitos.
  5. Potencial alergénico, al igual que los crustáceos, por ejemplo.

Sin embargo, no parece que la presencia de micotoxinas pueda constituir un peligro significativo. En cuanto a virus patógenos o priones, no hay evidencias de que puedan albergarlos, pero no es descartable que puedan actuar como vector en determinados casos.

 

Producción de nuevas proteínas procedentes de algas

Tanto las macroalgas como las microalgas son ejemplos de «cultivos» poco explotados. La producción de proteínas a partir de algas tiene la ventaja de no competir con los cultivos alimentarios tradicionales por espacio ni por recursos.

La potencial alergenicidad constituye el principal riesgo que puede llevar asociado su uso.

También la presencia de yodo o cadmio, así como aluminio o plomo, de forma natural en las algas comestibles, puede constituir un peligro para la salud, ya que un aumento significativo de su ingesta pudiera llegar a producir que la exposición superase valores seguros.

 

Producción de carne cultivada

La carne cultivada, también conocida como carne in vitro o carne sintética, se produce en laboratorios o instalaciones industriales mediante la multiplicación de células musculares y su cultivo en un entorno controlado. Este modo de producción evita la necesidad de la cria y sacrificio de animales para su obtención.

Como ventajas para su implantación, se argumenta su menor impacto ambiental y por tanto, ser un sistema productivo más sostenible, no tener efecto sobre el bienestar animal, la posible mejora del producto desde el punto de vista de alimento saludable, al poderse reducir niveles de grasas saturadas o colesterol respecto de la carne tradicional y las bajas necesidades de superficie respecto de la producción ganadera.

Además, también se han identificado posibles ventajas desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, como son:

 

  1. Reducción del riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos. La carne cultivada se produce en un entorno controlado de laboratorio, lo que reduce significativamente el riesgo de contaminación por patógenos alimentarios como Salmonella, E. coli o Listeria.
  2. Menor uso de sustancias de uso veterinario. Con la carne cultivada, la necesidad de estos productos químicos se reduce considerablemente.
  3. Eliminación de enfermedades animales: La carne cultivada no implica criar animales vivos, lo que elimina la propagación de enfermedades animales que puedan afectar la seguridad alimentaria.

 

Sin embargo, también se han identificado posibles riesgos para la salud del consumidor, como son:

  1. Presencia de hormonas o disruptores endocrinos. Aunque es importante destacar que la presencia de hormonas o disruptores endocrinos en la carne cultivada generalmente debiera ser mínima, no es del todo descartable. La presencia de este tipo de sustancias en la carne cultivada debería ser controlada y regulada de manera estricta para garantizar que los productos finales sean seguros para el consumo humano. La regulación alimentaria debe abordar esta cuestión para asegurarse de que la carne cultivada cumpla con los estándares de inocuidad alimentaria. Además, la investigación y el desarrollo en la producción de carne cultivada deben también centrarse en la reducción de la presencia de hormonas y disruptores endocrinos, o en su eliminación durante el proceso de cultivo celular.
  2. Presencia de células tumorales. Esta presencia es también remota en condiciones adecuadas de producción, pero no debe pasarse por alto este riesgo.

 

En definitiva, no parece muy probable que el consumo de carne cultivada pudiera tener importantes efectos adversos sobre la salud del consumidor. No obstante, se deben establecer y cumplir rigurosos estándares de seguridad y regulación para garantizar la inocuidad de estos productos en el mercado. Así mismo, en ausencia de histórico de consumo a largo plazo de este tipo de productos, se debe mantener la atención sobre posibles efectos no conocidos o previstos.

 

La necesidad de avanzar en conocimiento

En este terreno, al igual que en la mayoría de los abordados en esta serie de artículos, nos encontramos ante el importante reto para la comunidad científica de avanzar en conocimiento específico en este campo, y de hacerlo de forma acelerada. Al ritmo actual, las políticas encaminadas a potenciar la economía circular, o irán por delante de una mejor comprensión de sus riesgos y de como prevenirlos, o se verán irremediablemente frenadas por aplicación del principio de prevención. Muy especialmente el necesario desarrollo legislativo que deriva de este nuevo escenario puede acabar “andando” muy por detrás de las necesidades de los sectores productivos, pudiendo quedar éstos en un limbo legal en el que sus garantías jurídicas se vean muy disminuidas o teniendo que abandonar proyectos que pudieran resultar de alto interés.

En definitiva, nos encontramos ante un importante “Gap” (perdóneseme el anglicismo, pero no encuentro palabra en castellano que exprese mejor esta idea) entre el conocimiento científico actual en materia de caracterización de riesgos y las necesidades desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, del mercado y de las políticas públicas de potenciación de la economía circular.

Este es desde nuestro punto de vista un tema central, que trataremos más profusamente en el último capítulo de esta serie de artículos.

Otros artículos de la serie:

 

Referencias:

  1. science, J. H.-M. & 2016, undefined. Is in vitro meat the solution for the future? Elsevier.
  2. Conti, C., Castrica, M., Balzaretti, C. M. & Tedesco, D. E. A. Edible earthworms in a food safety perspective: Preliminary data. J. Food Saf. (2019) doi:10.4081/ijfs.2019.7695.
  3. McClain, S., Bowman, C., Fernández-Rivas, M., Ladics, G. S. & Van Ree, R. Allergic sensitization: Food- And protein-related factors. Transl. Allergy 4, (2014).
  4. Bleakley, S. & Hayes, M. Algal Proteins: Extraction, Application, and Challenges Concerning Production. Foods 2017, Vol. 6, Page 33 6, 33 (2017).
  5. Ng’ang’a, J., Fombong, F., Kiiru, S., Kipkoech, C. & Kinyuru, J. Food safety concerns in edible grasshoppers: a review of microbiological and heavy metal hazards. International Journal of Tropical Insect Science (2021) doi:10.1007/s42690-020-00372-9.
  6. van der Fels-Klerx, H. J., Camenzuli, L., Belluco, S., Meijer, N. & Ricci, A. Food Safety Issues Related to Uses of Insects for Feeds and Foods. Comprehensive Reviews in Food Science and Food Safety (2018) doi:10.1111/1541-4337.12385.
  7. Schrögel, P. & Wätjen, W. Insects for food and feed-safety aspects related to mycotoxins and metals. Foods (2019) doi:10.3390/foods8080288.
  8. Insectos comestibles que se pueden comercializar | OCU
  9. James, K., Millington, A. & Randall, N. Food and feed safety vulnerabilities in the circular economy. EFSA Support. Publ. 19, (2022).

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